La meditación fortifica a los fuertes y debilita a los débiles.
El encanto de la filosofía estriba más que en el éxito problemático de la afirmación, en el esfuerzo desplegado al meditar.
El hombre no se da cuenta de cuanto puede hacer, más que cuando realiza intentos, medita y desea.
No es grande hombre quien sabe mucho, sino quien ha meditado mucho.
La meditación persistente sugiere siempre argumento contra las decisiones; profunda reflexión acaba a menudo en inercia.
Hay que combinar solamente la meditación con la oración.
Medita por lo menos tres a cuatro veces un proyecto, antes de realizarlo. Siempre hay que arrepentirse de todo cuanto se hace con precipitación.