Los perfumes, los himnos órficos, las algalias en primera y en segunda acepción... Aquí olés a sardónica. Aquí a crisoprasio. Aquí empezás a oler a vos misma. Qué raro que una mujer no pueda olerse como la huele el hombre.
Aun hoy, al recordar mis primeras emociones sexuales, me parece volver a percibir los olores de las telas.
Quedaron luego mirándose en silencio, y él sintió el perfume que venía en olas sin fuerza desde el pecho de Perla, que subía y bajaba junto al portal vacío.
El perfume, como la seda, el vino y las flores, es uno de los lujos necesarios de la vida. Su aroma es como un buen vino, que necesita oxigenarse antes de alcanzar el punto de perfección.
El perfume es una dimensión interior de la feminidad que, sobre todo, expresa de una manera particular aquello que no se podría decir de otro modo.
Alejo no era un hombre muy apuesto. Pero era muy limpio, su piel llevaba el olor de una loción de afeitar con aroma de lilas que atraía a las abejas sin aguijón.
Antes de interpretar un nuevo personaje elijo un nuevo perfume. Así, cada vez que lo uso me siento en la piel de ese personaje.
El perfume es la forma más intensa del recuerdo. Debe ser como el tema central del «Bolero» de Ravel. Una especie de lenta obsesión.