Mercaderes e industriales no deben ser admitidos a la ciudadanía; porque su género de vida es abyecto y contrario a la virtud.
Los primeros comerciantes han debido ser aventureros, como lo enseña la historia verídica de Marco Polo o la fantástica de Simbad el marino.
El comercio une a los hombres; todo aquello que los une los coliga. El comercio es esencialmente perjudicial para la autoridad.