El espíritu egoísta del comercio no reconoce patria ni siente ninguna pasión o principio salvo el lucro.
Mercaderes e industriales no deben ser admitidos a la ciudadanía; porque su género de vida es abyecto y contrario a la virtud.
El comercio libre no es un principio, sino un recurso.
El arte del comerciante consiste en llevar una cosa del sitio donde abunda a donde se paga cara.
Los primeros comerciantes han debido ser aventureros, como lo enseña la historia verídica de Marco Polo o la fantástica de Simbad el marino.
Mercancía bien ofrecida, a medias vendida.
El comercio une a los hombres; todo aquello que los une los coliga. El comercio es esencialmente perjudicial para la autoridad.