Sería gran cosa tener dos vidas; una para cometer errores y otra para sacar provecho de ellos.
Si los extraños cambios de la fortuna no nos hiciesen conocer el escaso valor de la vida, nadie se resignaría a envejecer.
En el terreno de los caracteres sucede como en los vinos: solamente los mejores ganan en dulzura lo que pierden en fuerza conforme avanzan los años; los demás se avinagran,
Saber envejecer constituye la obra maestra de la sabiduría y es una de las partes más difíciles del arte de vivir.