El talento de la conversación no consiste en hacer ostentación del propio, sino en hacer brillar el de los demás.
La buena conversación no consiste en decir cosas ingeniosas, sino en saber escuchar tonterías.
Uno busca un partero para sus pensamientos; otro a alguien a quien pueda ayudar a parirlos. Así nace un diálogo fructuoso.
La conversación es una lucha por ver quién interrumpe a quién.
La discusión es masculina; la conversación es femenina.
Las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres.
Conversando, huyen las horas.