De la hermosura de las mujeres no sé qué fruto importante se saque, si no es que sea por accidente.
Las mujeres son una presencia blanda y envolvente. A veces te envuelven por completo. Y entonces ya no puede volver a salir, como no sea para algo importante, como el cumpleaños de su madre, por ejemplo.
El espectáculo se inicia cuando la hembra percibe un número suficiente de candidatos. Uno a uno saltamos sobre ella. Con rápido movimiento esquiva el ataque y despedaza al galán. Cuando está ocupada en devorarlo, se arroja un nuevo aspirante.
La mujer tiene hambre, y quiere comer; sed y quiere beber. Está en celo y quiere ser satisfecha. ¡Qué gran mérito! La mujer es natural, es decir, abominable.