Si cincuenta millones de personas piensan una tontería, sigue siendo una tontería.
Una cosa sobre todas hace sugestivo el pensamiento humano: la inquietud.
Para digerir la sabiduría se precisa haberla devorado con apetito.
En sociedad no todo se sabe, pero todo se dice.
No hay acción inocente; para realizar algo es indispensable dañar o destruir.
Nuestra verdadera alegría emana del sufrimiento, como el bálsamo de la herida abierta en el árbol generoso.