La boca de otro, no la tuya, sea la que te alabe.
Hay gentes que se muestran encantadas por tener centenares de amigos, pero el amigo verdadero nos es más adicto que un hermano.
Quién ahorra el palo, no quiere al hijo.
No jactes de cosa que has de hacer el día de mañana, pues no sabes lo que dará de sí el día siguiente.
Quien guarda su boca, guarda su alma.
El alma saciada desprecia el rayo de miel.
La caída de aquel que peca por su lengua, es como la caída en el empedrado.
El corazón del insensato pública, en voz alta, sus pensamientos.
Quien halla a una mujer buena, halla un gran bien, y recibió del Señor un manantial de alegría.
La paciencia es, en el hombre, el testimonio de su sabiduría.
La prudencia de un hombre se conoce por su paciencia.