En todas las religiones intensas, el pobre es más creyente que el rico.
Cuando los hombres ya no creen en Dios, no es que no crean en nada, es que se lo creen todo.
No sólo para gobernar sino también para sublevarse hacen falta leyes estrictas.
Hay más simplicidad en el hombre que come caviar por impulso, que en el que come nueces por principio.
La única simplicidad que vale la pena conservar es la del corazón, la simplicidad que acepta y goza.