La sabiduría suprema era tener sueños bastante grandes para no perderlos de vista mientras se persiguen.
Si fuera a reencarnar, quisiera volver a este mundo como un buitre: nadie lo odia, no lo envidia, ni lo desea, ni lo necesita; jamás lo molestan y nunca está en peligro; además, le mete el diente a cualquier cosa.