Es una cosa bien extraña la felicidad con que los infames creen merecer el triunfo.
Es la ley de la guerra que los vencedores traten a los vencidos a su antojo.
Las causas justas necesitan para triunfar el apoyo de la fuerza, tanto o más que las injustas.
Si quieres triunfar, se discreto, no seas ostensiblemente demostrativo.
La mejor manera de hacer carrera es trasmitir a los demás la impresión de que ayudarte sería para ellos de gran provecho.
Los verdaderos triunfos son los que se consiguen sin derramar sangre.
Triunfar tarde no es triunfar, es alcanzar al mismo tiempo la inmortalidad y la muerte.