No hay que poner mucha confianza en el hombre frágil y moral, aunque sea útil y bien querido, ni has de tomar mucha pena si alguna vez te fuese contrario o no te atiende.
Sólo un bien hay que es causa de una vida feliz: la confianza en sí mismo.
Si no tenemos confianza en nosotros, todo está perdido. Si tenemos demasiada, no encontraremos cosa de provecho. Confiar pues, sin fiarse. Yo no sé si es posible, pero veo que es necesario.
La confianza en sí mismo es el primer requisito de las grandes conquistas.
Ambos son defectos: confiar en todos y no confiar en nadie.
Bienaventurado el que nada espera, porque nunca sufrirá desengaños.
Vale más ser completamente engañado que desengañado.