La verdadera libertad del hombre consiste en que halle el camino recto y en que ande por él sin vacilaciones.
Un trono vacilante es hielo sobre el mar de verano.
Cuando tengas conocimiento de que has cometido un yerro no vaciles en repararlo. Sólo reparándolo tendrás la conciencia tranquila. La demora en la reparación encadena el alma al mal con un lazo cada vez más fuerte, y la habitúa a menospreciarse.
A los tímidos y a los vacilantes todas las cosas les resultan imposibles, porque así les parecen.
¡Multitud vacilante, que todo viento arrastra de un lado para otro! ¡Ay de quien se apoya en este sostén!