Sin prudencia de ánimo no se posee ninguna virtud ni se cumple deber alguno; para ser piadoso se precisa asimismo no ser pusilánime.
La envidia es la ira de los pusilánimes.
Pequeño es el ánimo de aquel a quien cosas terribles deleitan.
No hay nada trágico para las almas pequeñas. La tragedia no depende del acontecimiento sino del héroe.
Aborrezco esos espíritus pusilánimes que excediéndose en la previsión de las consecuencias de las cosas, no se atreven a emprender nada.