La primera y la mejor de las victorias es la conquista de uno mismo.
El cuerpo humano es el carruaje; el yo, el hombre que lo conduce; el pensamiento son las riendas; y los sentimientos, los caballos.
No es necesario que la bondad se manifieste, sino que se deje ver.
Las almas superiores, una vez pervertidas, causan los más grandes males, así en los Estados, como en las familias; pero si dirigen bien su vuelo, hacen la felicidad del mundo; los espíritus vulgares no tienen destino.
El amor es un anhelo de engendrar en la belleza.
Ningún negocio humano merece mucha ansiedad.
Los muchachos deben abstenerse de beber vino, pues es un error añadir fuego al fuego.