La belleza es una superioridad natural.
La belleza es algo terrible, porque no ha sido abrazada ni podrá serlo nunca; y lo peor es que la belleza es tan misteriosa como terrible. Es una lucha entre Dios y el demonio, y el campo de batalla es el corazón del hombre.
La belleza es una forma de genio, más alta, en verdad, que el genio, pues no necesita explicación. Es una de las grandes realidades del mundo, como el sol o la primavera, o el reflejo en el agua oscura de esa concha de plata que llamamos la luna. No puede ser discutida, tiene su derecho divino de soberanía.