Quien tiene la voluntad tiene la fuerza.
Los dioses mismos prestan su mano a la audacia cuando es honesta.
Piensa de continuo que eres hombre, esto es, el viviente más sujeto a los caprichos de la suerte.
Los hombres se ocupan demasiado de sí mismos y no disponen de tiempo para profundizar e inquirir en los demás.
Las costumbres del que nos habla nos convencen más que sus razonamientos.
El varón amado por los dioses, muere pronto.
El hombre justo no es el que no comete ninguna injusticia, sino el que, pudiendo ser injusto, no quiere serlo.