No hay absurdo que no haya sido apoyado por algún filósofo.
Todo el mundo tolera lo absurdo y lo falso porque se va insinuando subrepticiamente, mas no lo verdadero y rotundo, porque es excluyente.
Es imposible que algo llegue a ser de lo que de ninguna manera es.
Sería absurdo que nosotros, que somos finitos, tratásemos de determinar las cosas infinitas.
Por ello se ha dicho muy certeramente: Quien quiera engañar a los hombres, deberá, ante todo, hacer plausible lo absurdo.