Todo el mundo aspira a la vida dichosa, pero nadie sabe en qué consiste.
Aunque se goce cien veces de una dicha perfecta, no está uno contento si alguien no lo sabe.
La esperanza de la dicha contiene casi tanta dicha como la misma dicha.
No hay dicha alguna fuera de ti mismo; debes creártelo todo dentro de ti; sólo en el mundo ideal encontrarás alegría.
La dicha brota del sentimiento de la vida, vibrando en toda su plenitud.
Artificialmente no podemos dar a ningún individuo aptitudes para ser dichoso.
La dicha del hombre consiste en observar las reglas y condiciones por las cuales se consigue el bien de todos los hombres.