Se olvidan a veces las injurias, pero el desprecio no se perdona jamás; nuestro orgullo lo conserva como recuerdo imborrable.
No existe ningún hombre que tenga el derecho de despreciar a los hombres.
Sólo las personas despreciadas temen ser despreciadas.
Se le preguntaba a un hombre que afirmaba gustar mucho de las mujeres, si había conseguido muchas. Él contestó: «No tanto como si las despreciara»
Que es víbora enfurecida la mujer despreciada.
El que desprecia demasiado, se hace digno de su desprecio
No se desprecia a todos los que tienen vicios, pero se desprecia a todos los que no tienen ninguna virtud.