Un pueblo no sólo ha de saber vencer, sino también ser vencido. Manifiesta cierta pobreza de espíritu no estar dispuesto a ver en la derrota una de las caras que puede tomar la vida.
La fortuna y el genio sólo visitan a los pueblos que han sabido merecerlos mediante siglos de paciencia valor y fe.
La economía política tiene encerradas en sus manos las altas ve rdades que toman la felicidad de los pueblos.