La casualidad no existe, y lo que parece un accidente a menudo viene de las fuentes hondas del destino.
La casualidad es un desenlace, pero no una explicación.
Un hombre consciente cree en el destino; un inconsciente cree en la casualidad.
Es preciso en la vida reservar a la casualidad la parte que le toca. La casualidad es definitiva, es Dios.
La casualidad favorece al prudente.
La casualidad no es sino la causa desconocida.
Aunque los hombres se envanezcan de sus grandes acciones no son a menudo sino resultado de la casualidad.