La humanidad debe gran parte de sus desastres al primero que cercó un terreno y dijo: esto es mío. Los desastres se hubieran evitado si algún hombre hubiera gritado a sus semejantes: ¡No creáis a ese impostor; os perderéis si olvidáis que los frutos son de todos y la propiedad de nadie!
La propiedad tiene por único y glorioso origen la fuerza principia y se conserva por la fuerza; en eso es augusta, y sólo cede a una fuerza mayor.