El pueblo se asombró hasta lo indecible de que un hombre tuviese más sentido que una masa de gente.
Por el solo hecho de formar parte de una multitud, desciende pues el hombre varios escalones en la escala de la civilización.
Cada uno, tomado aparte, es pasablemente inteligente y razonable, reunidos, no forman ya entre todos, sino un solo imbécil.