¡Oh, hombres! ¿A dónde os precipitáis afanados por acumular riquezas, al tiempo que descuidáis la educación de vuestros hijos, a quienes debéis dejársela?
El niño recibe casi toda su educación en los dos primeros años de su vida; no nos apercibimos de ello porque él no sabe hablar.
La incultura es una de las desgracias de mi país. Yo pago primero a un maestro y después a un general.