¡Oh, Dios, qué hiciste a este mundo hermoso! ¿Cuándo estarás dispuesto a recibir a tus santos?
Ser incomprendidos por los mismos seres que amamos representa el cáliz amargo de nuestra vida. Por ello los hombres superiores tienen sobre sus labios esa sonrisa dolorosa y triste que tanto nos maravilla.