La verdad está atravesada en nuestras gargantas con todas las salsas que se sirve. Y nunca la podemos tragar hasta que la tomemos sin salsa alguna.
Lo malo de los que se creen en posesión de la verdad es que cuando tienen que demostrarlo no aciertan ni una.
Cuando habéis eliminado lo imposible, lo que queda, aun improbable, debe ser la verdad.
Se me debe exigir que busque la verdad, pero no que la encuentre.
Resulta imposible atravesar una muchedumbre con la llama de la verdad sin quemarle a alguien la barba.
Practicando la verdad que conozco, voy mereciendo la que ignoro.
Tiene mucho de mentira decir verdades que no se sienten.