Es más fácil cambiar las leyes que las mentalidades y las inercias.
La ley debe ser como la muerte, que no exceptúa a nadie.
¿No ves tú que de la ley nace también la malicia?
Muchas son las leyes en un Estado corrompido.
Que las leyes no sean el martirio de las costumbres, porque las mejores instituciones son las que retratan fielmente el genio de los pueblos.
La ley debe ser ciegamente respetada y libremente discutida.
La ley, no el hombre, es quien debe gobernar.