La gran masa cae siempre en el fango del prejuicio. El error es su herencia.
¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio.
La principal causa de nuestros errores está en los prejuicios adquiridos en nuestra niñez.
Dicho en buenas palabras, yo soy un manojo de prejuicios, formado por simpatías y antipatías.
Sólo hombres libres de todo perjuicio son capaces de considerar los problemas desde un punto de vista verdaderamente humano.
Tener prejuicios quiere decir ser siempre débil.
La pasión y el prejuicio gobiernan el mundo, pero bajo el nombre de la razón.