Complace a todos y no complacerás a nadie.
Cuando se necesitan brazos, el socorro en palabras no sirve de nada.
La costumbre dulcifica hasta las cosas más aterradoras.
Los hombres ven los defectos ajenos y no ven los propios.
Sufrimos las desgracias con facilidad cuando las vemos compartidas por los que las causan.
Las astucias y las traiciones no provienen más que de la falta de habilidad.
La habilidad y la paciencia pueden triunfar donde la fuerza haya fracasado.