Todos los hombres que no tienen nada importante que decir, hablan a gritos.
La sabiduría se preocupa de ser lenta en sus discursos y diligente en sus acciones.
Cuando el hombre abre la boca se juzga a sí mismo.
Si los hombres se limitaran a hablar solamente de lo que entienden, apenas sí hablarían.
Hay personas que hablan y hablan... hasta que encuentran algo que decir.
Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar.
El que guarda silencio no declara contra sí mismo.