Yo entrego a la posteridad el nombre del general Pallieux y el de Émile Zola; ella elegirá.
Basta con ese oráculo, no necesito más.
Nadie es aceptado como profeta en su tierra.
No hay presagios. El destino no manda heraldos. Es harto sabio o cruel para hacerlo.
Apuesto a que antes de veinte años las palabras contra natura, antifísico, etc., no podrán tomarse en serio.
Hoy comienza para el mundo una nueva era y debéis estar satisfechos de poder decir que la habéis visto nacer.
Haz buena provisión de papel y tinta, que yo te daré ocasión de escribir grandes hazañas.