El oprimido por la adversidad no debe mostrarse menesteroso, porque hará desesperada su fortuna.
Los golpes de la adversidad son muy amargos, pero nunca estériles.
Si ahora nos sucede mal, no será así siempre.
La adversidad es un espejo en el que deben mirarse todos los que verdaderamente quieran conocerse.
Un hombre que ha besado la adversidad difícilmente se abate.
De cien hombres que pueden soportar la adversidad, apenas habrá uno que pueda soportar la felicidad.
En tiempos de adversidad es cuando conviene observar a los hombres, las máscaras se les caen y se muestran como son.