Un político piensa en las próximas elecciones; un estadista, en las próximas generaciones.
Un traidor es un hombre que dejó su partido para inscribirse en otro. Un convertido es un traidor que abandonó su partido para inscribirse en el nuestro.
El mundo está harto de estadistas a quienes la democracia ha degradado convirtiéndolos en políticos.
Nadie abandona el cargo de presidente con el mismo prestigio y respeto que le llevó ahí.
Un hombre de Estado debe tener el corazón en la cabeza.
Yo sólo me siento a la mesa de un político si paga él.
Los bolsillos de los gobernantes deben ser de cristal.
El poder es el mayor afrodisiaco.
Cuando un político muere, mucha gente acude a su entierro. Pero sólo lo hace para estar completamente segura de que se encuentra en verdad bajo la tierra.
Si se suprimen las mentiras y las sandeces de los discursos políticos quedan sólo comas, puntos y etcéteras.
La política es el deporte más caro, la actividad más costosa de ejercer en el país.
En político que se deja caer como un harapo, no tiene derecho a levantarse jamás en su vida.
Los diputados, llaga del país.
En el campo de las lides políticas no encuentran consuelo sólo quienes no lo buscan.
Debería haber más barrenderos y menos diputados.
Nada en lo político suscita tantos enemigos como la desgracia.
No hay verdadero político sin filosofía, aun cuando el político se defina por sus actos, ignorando el pequeño filósofo que lleva dentro.
Nunca faltan a los poderosos hombres perversos y banales que sean ministros de sus pasiones.
La oratoria política es el arte de decir vulgaridades con corrección y propiedad.
El político muchas veces confunde la oratoria con la política.
