El placer es para las mujeres lo que el sol es para la flor, disfrutando moderadamente la embellece, la remoza, la perfecciona; pero si lo hace con exageración la marchita, la deteriora, la destruye.
El placer y el dolor son los únicos resortes de los actos del hombre y lo serán siempre.
Existe también una especie de placer pariente de la tristeza.
Sin verdaderas necesidades no hay verdaderos placeres.
El placer no está en las cosas, sino en nosotros mismos.
Considera en cada placer no cómo comienza sino cómo termina.
El exceso del placer no es placer.