Reverenciemos, conservemos y santifiquemos la familia, esta cuna de la sociedad civil, este acorde físico y moral que convierte a varias personas en un solo espíritu, una sola alma y casi un solo cuerpo.
En cuestiones de familia, vale más meter la mano bajo la muela de un molino que intevenir en una querella entre sus miembros.
La familia, la casa paterna es como una iglesia natural que raramente niega un consuelo y prepara al espíritu para mayores consuelos.