Los neurasténicos aman la soledad, como los malos estómagos gustan de los alimentos ácidos a sabiendas de que les son fatales.
La soledad es a veces la mejor compañía.
Estado feliz del hombre en que está consigo mismo.
La soledad es el imperio de la conciencia.
¡Oh, soledad alegre, compañía de los tristes!
La soledad no es un dolor real, es una cobardía. En la muerte del otro primero es el dolor; después, la cobardía.
En cierto modo encuentro más soportable estar siempre solo que no poder estarlo nunca.