Los hombres nunca pueden conocerse entre sí hasta que han comido juntos una cierta cantidad de sal.
Cuanto mayor es la isla del conocimiento, más largo es el litoral del asombro y la curiosidad.
El conocimiento es realmente lo único que enriquece, pero no puede ser tomado de los demás.
Conocer una realidad es, en el sentido usual de la palabra, tomar conceptos ya hechos, dosificarlos y combinarlos unos con otros, hasta que obtengamos un equivalente práctico de lo real.
La verdadera y definitiva redención está en el conocimiento.
Los hombres se ocupan demasiado de sí mismos y no disponen de tiempo para profundizar e inquirir en los demás.
Conocer a otra persona perfectamente sería objeto de estudio para una vida entera. ¿Qué es lo que se entiende por conocer a los hombres? Conocerlos, entra en lo posible; pero comprenderlos, solamente puede hacerlo Dios.