No rehuyamos la lucha cuando se trata de preservar el derecho o la dignidad del hombre; sólo así podremos congratularnos de pertenecer a la humanidad.
Cuando la lucha de un hombre comienza dentro de sí, ese hombre vale algo.
En este mundo un hombre debe ser o yunque o martillo.
Haz por ser semejante a un promontorio contra las olas de la mar; se estrellan de continuo y él se mantiene inmóvil, mientras que ellas hinchadas caen y se adormecen alrededor.
Guárdate de entrar en pendencia, pero una vez en ella, obra de modo que sea el contrario quien se guarde de ti.
Lucha, si eres soldado, ante el invasor; mas compadécete de su mujer y de su huérfano.
Hablar mucho de pelear y pelear poco ha sido un ardid de buenos resultados en la lucha por el poder.