Para ciertas naturalezas, tan dulces son las lágrimas como la risa.
Cuando los hombres no tienen otra cosa en qué ocupar su mente, se dedican a pensar.
Es imposible gozar perfectamente el placer de no hacer nada, si no se tiene un gran cúmulo de cosas por hacer.
Me agrada el trabajo; incluso me fascina. Puedo sentarme y contemplarlo horas enteras. Gozo tenerlo cerca de mí; y la idea de librarme de él casi me rompe el corazón.
Me gusta el trabajo, me fascina. Podría permanecer sentado horas y horas mirando cómo trabajan los demás.