Cuanto más amplia es una inteligencia, tanto más sufre con su limitación.
En la amistad como en el amor, ¡cuánto abundan las ternuras postizas!
El hombre y la mujer se entregan uno a otro, se desprenden, emprenden, reprenden y sorprenden, pero no se comprenden.
Aunque sea injustificada, la felicidad es un privilegio.
Hasta cuando está justificada, la felicidad es un privilegio.
Las venturas más dulces para el alma son las que nos llegan sin esperarlas.