Ir con el cansancio alegre, arrollado a la cintura.
Llorar, sí; pero llorar de pie, trabajando; vale más sembrar una cosecha nueva que llorar por la que se perdió.
Irse es como sustituirse por el recuerdo, y puede ser peligroso.
No hay nada que un hombre no sea capaz de hacer cuando una mujer le mira.
Un buen profesor debe parecerse lo más posible a un mal estudiante.