Despreciar la muerte constituye una acción hermosa y valiente; pero cuando la vida es más terrible que la muerte, el mayor valor es atreverse a vivir.
Hay personas que sólo son valientes por la cobardía de los demás.
La valentía que no se funda sobre la base de la prudencia se llama temeridad, y las hazañas del temerario más se atribuyen a la buena fortuna que a su ánimo.
El hombre de perfecta bondad posee cierto valor, pero el valiente no es necesariamente bueno.
Se es valiente de lejos.