El número de locos es tan grande que la prudencia se ve obligada a ponerse bajo su protección.
El hombre cauto jamás deplora el mal presente; emplea el presente en prevenir las aflicciones futuras.
Delibera con cautela, pero obra con decisión; cede con gracia y oponte con firmeza.
De nada puede sacar el hombre más provecho que de la prudencia y de un consejo sabio.