¡Los libros! He aquí las llagas que enferman y quienes han enfermado constitucionalmente nuestra paupérrima pedagogía nacional. No los libros en sí, sino el uso exclusivo de ellos.
Hay sólo una cosa que los guardará de las seducciones y de las tensiones mejor que las más sabias locuciones: una buena biblioteca.
El primero y más difícil problema que un buen bibliófilo debe resolver es éste: formar una excelente biblioteca con cuantos menos libros sea posible.