La razón de que a todos nos guste pensar bien de los demás se debe a que todos estamos asustados de nosotros mismos. La base del optimismo es el puro terror.
—¿Qué es eso de optimismo? —decía Cacambo. —¡Ay! —exclamó Cándido—, es el prurito de sostener que se está bien cuando todo está mal.
Naturalmente sería ingenuo pensar que los hombres pueden estar nunca a gusto con su suerte; siempre el mundo se dividirá entre una porción de optimistas y otra de pesimistas.