El que acierta a ver los dos aspectos de la cuestión es que no ve nada.
Aprender a ver es el más largo aprendizaje de todas las artes.
No todos los que ven han abierto los ojos.
Tratemos de ver con el corazón.
Ver lo que tenemos delante de nuestras narices requiere una lucha constante.
No ven la rosa, pero observan con atención las espinas del tallo.
No vemos más que lo que estamos acostumbrados a ver.