Aunque arriesguemos equivocarnos, alguna vez valdrá más arriesgar la equivocación enérgicamente que titubear sin valor.
Un placer sin riesgos satisface menos.
Los que arriesgan mucho para ganar poco se parecen a uno que pescara con anzuelo de oro, pues la pérdida de éste no podría ser compensada por lo que pudiera lograr.