Los enamorados de la verdad y los enamorados de la belleza prescinden de la política, lo mismo que la política prescinde de la belleza y de la verdad.
En todos los partidos hay elementos que pueden servir: quien rechace imprudentemente esos elementos, perpetuará a los partidos; quien los aproveche con cordura, acabará por disolver los partidos, confundiéndolos en un sistema nacional.